¡Cristina nunca robó!

La reciente condena de Cristina Fernández de Kirchner a seis años de prisión y la inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos por el caso "Vialidad" es un hito, sin duda. Para los "peronistas" más fervorosos que juran que la expresidenta es una santa, esto debe ser una afrenta personal. Qué ingenuidad, ¿o quizá hipocresía? Porque, seamos sinceros, Cristina se sirvió con la cuchara más grande, de la talla del Diego, de Messi y de Gardel juntos. Tiene más cuentas offshore que cualquier político 'neoliberal'. ¿Alguien en su sano juicio, sea del lado que sea del espectro político, realmente cree que un político en Latinoamérica no ha metido la mano en el cajón? ¡Por favor! ¡Wake up!

En los mercados, la noticia podría generar un suspiro de alivio a corto plazo al percibirse una especie de certidumbre política. Sin embargo, no existe tal cosa en Argentina, no por ahora. Históricamente, la inestabilidad política ha sido un lastre para Argentina, país que ha tenido un crecimiento del PIB promedio de solo 0.7% anual en la última década y una inflación descontrolada.

La corrupción es un mal endémico que trasciende figuras políticas y el verdadero impacto se verá en la capacidad de Argentina para atraer capital más allá del vaivén político y asegurar que los fondos públicos circulen y no se los "trague" el estado para pagar sus interminables deudas que principalmente financian programas sociales y sueldos de "aviadores" (México) o "ñoquis" (Argentina) del gobierno.

Al final del día, la incertidumbre para el inversor no la genera solo la corrupción y la falta de institucionalidad, si no también una ideología equivocada combinada con un fanatismo ciego (léase: fake peronismo) que en este caso también es hipócrita.