Irán cambia su GPS por el BeiDou y compra aviones J-10C de combate chinos

La reciente movida de Irán, adquiriendo aviones chinos y adoptando su sistema de navegación BeiDou en lugar del GPS occidental, es más que una simple transacción comercial. Es un jaque estratégico en el tablero geopolítico de Asia Central. Beijing, con su conocida sutileza de dragón, entiende perfectamente que la estabilidad de la región, y por ende, su propia seguridad, depende en gran medida de un Irán fuerte y relativamente autónomo. Dejar caer la contención que la nación persa ejerce sobre las ambiciones "anglosionistas" sería como abrir la puerta trasera de la Gran Muralla para que el próximo banquete sean los propios chinos.

Para emprendedores e inversionistas, este movimiento debería encender algunas luces de alarma y, a la vez, de oportunidad. Mientras que algunos ven solo tensiones crecientes, los perspicaces notarán que la reconfiguración de las alianzas tecnológicas y militares tiene profundas implicaciones económicas. Como ejemplo, el sector de la ciberseguridad, las tecnologías de la información y la infraestructura crítica, donde la demanda de soluciones "a prueba de espionaje" (o al menos, más difíciles de penetrar) se disparará. Se estima que, tan solo el año pasado, las inversiones en seguridad cibernética en regiones geopolíticamente volátiles crecieron un 15%, y con movimientos como este, la tendencia solo se acentuará. A los "gringos" e israelíes, espiar a los iraníes les costará ahora bastante más que una suscripción premium a su satélite favorito. El nuevo mundo se construye con bits y próximamente qbits, no solo con balas.