
Mientras China avanza a toda velocidad con su red de trenes rápidos (45,000 km de vías de alta velocidad en 2023), Europa consolida su liderazgo con una extensa red ferroviaria eficiente (más de 230,000 km de vías, de las cuales 35% están electrificadas).
En cambio, EE.UU., con apenas 750 km de vías dedicadas a alta velocidad (principalmente el Acela en el corredor noreste), sigue dependiendo del automóvil y los vuelos domésticos. La diferencia es clara: Europa y China conectan ciudades y regiones enteras con rapidez y sostenibilidad, mientras que el transporte ferroviario estadounidense sigue anclado en el pasado.
La disparidad no se limita a la longitud de las vías. La frecuencia de los servicios, la observancia de los horarios, la integración tarifaria entre las diversas compañías operadoras y la prioridad otorgada al ferrocarril como medio de transporte son aspectos en los que Europa aventaja a Estados Unidos de manera significativa. Mientras que en el Viejo Continente es común planificar un viaje interurbano o incluso internacional con plena confianza en la eficiencia y confort del tren, en Estados Unidos el ferrocarril continúa siendo, para la mayoría de la población, una alternativa secundaria relegada a un nicho de mercado o a viajes de carácter turístico ocasional. Las inversiones históricas y una visión política a largo plazo han consolidado en Europa una cultura ferroviaria que, sencillamente, no tiene un equivalente comparable en suelo estadounidense.
Así que, la próxima vez que se debata sobre la modernización de la infraestructura en Estados Unidos y se mencione a China como punto de referencia, quizás sería más pertinente analizar con detenimiento los mapas ferroviarios europeos que acompañan este artículo. La densidad de sus líneas, la capilaridad de su red y la firme apuesta por un transporte de pasajeros eficiente y sostenible deberían constituir el objetivo primordial. Antes de aspirar a superar a potencias emergentes, Estados Unidos enfrenta una tarea mucho más modesta, pero igualmente apremiante: alcanzar el nivel de conectividad y servicio que disfrutan millones de ciudadanos europeos sobre sus vías férreas.